Si todo va bien y no hay una gran diferencia en la cotización respecto a los niveles del euríbor calculados con la actual metodología, el nuevo euríbor podría entrar en vigor en unos meses. Así, en definitiva, habrá cambiado todo para que en realidad nada cambie. Fuentes cercanas al proceso aseguran que septiembre sería un mes adecuado para la transición al nuevo índice, tras un periodo “prudencial” que permitiría a la banca cualquier adaptación en caso necesario. Hasta la publicación del nuevo euríbor continuará cotizando el actual, pero, una vez realizado el cambio, nunca convivirán ambos índices.
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