Vamos a soñar. Imaginemos que España emite mañana bonos al mercado pero, en lugar de dirigirse a inversores institucionales, nos llega un aviso al móvil: “Estimado ciudadano, ¿desea adquirir un bono español a cinco años al 0,50%? Para comprar, conteste a este mensaje con el importe deseado”. Y ya. Bono comprado, a golpe de SMS o de wasap. Sin necesidad de dar ni siquiera el número de IBAN. ¿Sería bonito, no?
