En la profesión inmobiliaria, la calidad emerge como un principio fundamental que busca transformar y enriquecer la manera en que se llevan a cabo las transacciones y relaciones entre agentes, compradores y vendedores.
Es innegable que en las últimas décadas hemos sido testigos de una serie de cambios de paradigma que han remodelado la industria inmobiliaria y han desafiado las prácticas tradicionales.
La transformación de roles, como la evolución del agente del vendedor al del comprador, la adopción del home staging, la implementación de acuerdos de exclusividad compartida y el desarrollo de planes de marketing tanto para la venta como para la compra, han sido elementos clave que han impactado significativamente en la concepción misma de lo que implica la calidad en el ámbito inmobiliario.
Sin embargo, a pesar de estos avances, persiste una disparidad en la adopción y la aplicación de estos conceptos en la práctica diaria de la mayoría de los inmobiliarios, especialmente entre los pequeños inmobiliarios. Es evidente que no todos comparten la misma filosofía de trabajo y, aún aquellos que la comparten, no siempre están dispuestos a esforzarse por ponerla en práctica.
En medio de este panorama, surge una interrogante crucial: ¿Cuál es el elemento central que comparten realmente todos los inmobiliarios? La respuesta radica en el núcleo mismo de la actividad inmobiliaria: el servicio inmobiliario. El servicio inmobiliario, entendido como el conjunto de acciones, conocimientos y valores que un agente inmobiliario ofrece a sus clientes con el fin de facilitar y optimizar sus transacciones inmobiliarias, es el eje central que une a todos los actores de la industria, independientemente de sus diferencias filosóficas o metodológicas.
Resulta sorprendente que, a pesar de su importancia y relevancia, el servicio inmobiliario no reciba la atención y el reconocimiento que merece en las conversaciones y discusiones sobre la profesión inmobiliaria. ¿Por qué no se habla del servicio inmobiliario con la misma frecuencia y énfasis que se habla de otros aspectos de la industria?
Una posible explicación radica en la falta de comprensión y apreciación del verdadero valor del servicio inmobiliario. En un contexto donde prevalece la competencia feroz y la obsesión por cerrar ventas, es fácil perder de vista el propósito fundamental de nuestra labor como agentes inmobiliarios: servir a nuestros clientes con integridad, profesionalismo y empatía.
Es imperativo que los inmobiliarios reconozcamos la importancia del servicio inmobiliario como el pilar fundamental sobre el cual se sustenta nuestra profesión. Debemos reflexionar sobre nuestras prácticas y reafirmar nuestro compromiso con la excelencia en el servicio, no solo como una estrategia para alcanzar el éxito profesional, sino como un principio ético y moral que guíe nuestras acciones y decisiones en todo momento.
En última instancia, la calidad en la profesión inmobiliaria no se limita a la implementación de técnicas y estrategias de marketing, sino que se manifiesta en la manera en que brindamos nuestro servicio a nuestros clientes. Es hora de poner al servicio inmobiliario en el centro de nuestras conversaciones y acciones, reconociendo su valor intrínseco y su capacidad para transformar positivamente la experiencia de todos aquellos que confían en nosotros para guiarlos en uno de los momentos más importantes de sus vidas: la compra o venta de una propiedad.